La memoria de pez en el fútbol: el secreto emocional de Luis Enrique

En una rueda de prensa, Luis Enrique, actual entrenador del Paris Saint-Germain y uno de los entrenadores más influyentes del fútbol español, confesó tener «memoria de pez». No lo dijo como una debilidad, sino como una virtud. Y es que en el alto rendimiento, olvidar rápido no siempre es un defecto: a veces es el arma secreta de los que saben competir.

¿Qué es la memoria de pez?

Cuando Luis Enrique dijo en una rueda de prensa que tenía “memoria de pez”, no hablaba de una limitación, sino de una habilidad. En lenguaje coloquial, tener memoria de pez significa olvidar rápido. Desde un punto de vista psicológico, se trata de desvincularse emocionalmente de lo que ya ha pasado, ya sea un error o un acierto, y volver al presente con rapidez. No es ignorar lo ocurrido, sino saber soltar. Es una forma de gestión emocional que permite no quedarse atrapado en lo que no se puede cambiar.

Quien tiene memoria de pez no se aferra al fallo, ni se deslumbra con el éxito. Aprende lo que tiene que aprender y sigue adelante. Esta actitud es especialmente valiosa en contextos de alta exigencia, donde cada minuto cuenta y donde la sobrecarga emocional puede afectar al rendimiento, la toma de decisiones y el liderazgo.

¿Por qué es buena para un entrenador?

En el día a día del entrenador, tener memoria de pez no es una debilidad, sino una ventaja competitiva. Un mal partido, una crítica pública, una decisión que no sale bien o un resultado injusto pueden dejar una huella emocional fuerte. Si el entrenador se queda enganchado a esa experiencia, lo arrastra al siguiente entrenamiento, contamina el ambiente del grupo y condiciona sus futuras decisiones. En cambio, quien es capaz de soltar rápido, protege al equipo y a sí mismo. Transmite estabilidad, seguridad y control.

Además, esa forma de gestionar lo emocional favorece una comunicación más limpia con los jugadores. El entrenador que no guarda rencor, que no está anclado al fallo del pasado, puede corregir sin castigar, puede cambiar sin que le pese el “qué dirán”. Esto crea un entorno donde se puede aprender sin miedo al error, y donde los futbolistas perciben que el foco está siempre en lo que viene, no en lo que pasó.

También es una herramienta de autocuidado. La exigencia del rol, la presión externa y la exposición constante pueden desgastar emocionalmente. Olvidar rápido no significa ser indiferente, sino elegir conscientemente no cargar con todo. Significa proteger el equilibrio interior, la capacidad de decidir con claridad y la energía que se necesita para liderar.

Beneficios de esta “memoria selectiva”

  • Mayor resiliencia: se entrena la capacidad de seguir adelante, incluso en contextos adversos.

  • Liderazgo emocional: un entrenador que no dramatiza contagia calma al grupo.

  • Crecimiento constante: al no estar anclado en el pasado, hay más espacio mental para aprender y evolucionar.

  • Competitividad sana: se compite desde la mejora, no desde la culpa.

Luis Enrique no presume de tener mala memoria. En realidad, lo que hace es dar valor a una competencia emocional que muchos aún no han desarrollado: la capacidad de soltar para poder seguir compitiendo.

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